Óleo sobre tabla con marco original de la época. Esta obra estaría en consonancia con otras que siguen el mismo modelo y son muy similares aparecidas en el mercado del arte, y que han sido asignadas al círculo del pintor manierista Diego Valentín Díaz. Se trata pues, de una representación muy erudita y exquisita de una de las virtudes simbólicas de la Virgen María.
La obra presentaba una considerable capa de suciedad como aspecto más llamativo de la distorsión cromática evidente que padecía. También algunos desconchones puntuales leves de los estratos pictóricos.
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